En un día con una sensación térmica que superó los 36 grados, la Ciudad se transformó ayer en una caldera a punto de estallar. A las altas temperaturas y la “basura acumulada” por un conflicto gremial, hoy emerge en la cartelera otro factor que alimentó el “malhumor” de los vecinos: un inmenso “apagón” que dejó a varios barrios sin luz, interrumpió los subtes y ferrocarriles; y trajo como consecuencia un “colapso” el tránsito. Con este panorama, Clarín y La Nación se acoplan para acentuar el “caos” y “el infierno” en la Capital en lo más alto de sus portadas. El Cronista se suma, pero hace hincapié en “la crisis del sistema energético”. Página y Ámbito lo desplazan a espacios menores.
En su “Tema del día”, que abarca desde la página 2 hasta la 7, Clarín despliega el cintillo “Un día insufrible” y arranca con el artículo “Un apagón afectó media Ciudad y volver a casa fue un gran caos”. Así, Fernando Soriano describe como arranca la “Pesadilla en la hora pico”: “Calor. Basura en las calles. Hedor. Falta de agua” y luego un “verdadero apagón”, que dejó a “unas tres millones de personas” sin luz, apagó “1.800 semáforos” e interrumpió los subtes y el Mitre. Señala que, según las empresas Edenor y Edesur, el corte se debió a “la caída de ‘dos líneas de alta tensión de 220 kilovoltios”, o bien por una “alta demanda de energía” o bien por un posible “sabotaje”.
En otro artículo, el diario más vendido del país sostiene que las protestas de vecinos con “las cacerolas” para expresar su “malhumor”, son un “anticipo del cacerolazo de hoy” (8N). Por último, Silvia Gómez alerta sobre la “acumulación de basura” en la Ciudad, lo que trajo más “cruces” entre el gremio y el gobierno porteño.
En el techo de su sábana principal, La Nación anuncia: “Dos horas de infierno y caos en la ciudad por un gigantesco apagón”. En el artículo, Ángeles Castro describe el “descontrol” y el “caos” en la Capital por un “apagón” que terminó en “una crisis generalizada entre las 18 y las 19”. Al “colapso” en los subtes, le suma también “toneladas de basura” y un calor que fue “el detonante de los desperfectos eléctricos, aunque no el único”. En el ristretto de la nota, el editor advierte sobre un sistema energético “al borde del colapso” y augura que “el futuro no parece ser bueno”. Además, el diario centenario resalta los “cacerolazos” en Villa Crespo y la incertidumbre entre los usuarios de subtes y trenes.
El Cronista dedica al asunto sus páginas 2 y 3. En la par, Paula López describe cómo “una de las jornadas más agobiantes de este incipiente verano se configuró de manera caótica”. Dolores Olveira, por su parte, recurre a diversos “expertos” para explicar el “apagón”: “años de tarifas congeladas”, “mala gestión”, o la “privatización” del sector, entre otras causas.
Página/12 detalla que “la ciudad quedó colapsada (…) provocando embotellamientos, bocinazos, protestas de grupos de vecinos en algunos barrios”. Añade también que la ministra de Seguridad, Nilda Garré, “puso en marcha un operativo de seguridad” y el reordenamiento de un tránsito “totalmente descontrolado”. Eduardo Videla, en cambio, sostiene que “Algo huele mal en la Ciudad de Buenos Aires” y afirma que el conflicto gremial en la recolección de la basura fue un “colapso anunciado”.
Ámbito remarca en la página 18 que “Apagones provocaron caos y malhumor en toda la Ciudad”. Así, Sergio Dattilo apunta también a la “alta demanda”, pero aclara que las explicaciones de Edenor y Edesur no conformaron “a los que padecieron los cortes en uno de los días más calurosos del año”. Luego, añade el artículo “Basura: intervino Justicia por paro”.
Culpan al Estado por su política energética
En Clarín, La Nación y El Cronista sobresalen artículo de opinión que, al unísono, responsabilizan al Gobierno nacional por el apagón de ayer y por las medidas energéticas que viene implementando desde la gestión de Néstor Kirchner.
El editor general adjunto de Clarín, Ricardo Roa, aprovecha para cargar contra el kirchnerismo porque la estructura energética “hace aguas por todas partes”; porque “mantuvo silencio stampa” por el apagón; y porque “sólo habla para dar buenas noticias”. De alguna forma se pone del lado de las distribuidoras porque afirma que “con tarifas congeladas desde hace años”. Además, Antonio Rossi describe que el sector eléctrico “está en situación crítica” porque las empresas están “virtualmente quebradas”.
Desde La Nación, Francisco Olivera cree que “lo mejor que le puede pasar al Gobierno es encontrar un culpable para las fallas” de ayer. Al mismo tiempo, acusa problemas en la represa Yacyretá y que desde la empresa “no descartan un atentado”. Mariano Obarrio, en su nota titulada “Cristina se mostrará activa pese a la preocupación” (8N), edita que ayer “circuló la versión de que la Presidenta “estudiaba la estatización de las distribuidoras eléctricas”.
El subdirector periodístico de El Cronista, Hernán de Goñi, reconoce que “con un mayor intervencionismo sobre el mercado, el principal objetivo oficial todavía está lejos de redundar en un mejor funcionamiento del sistema”.
“Cacerolazos” 2012: las consignas y la concurrencia
A lo largo de 2012, fueron cinco los “cacerolazos” en la ciudad de Buenos Aires que antecedieron a la marcha del “8N”. La heterogeneidad de los reclamos y las diferencias entre la cantidad de concurrentes citada por cada diario fueron la nota dominante.
El primer “cacerolazo” ocurrió el 31 de mayo y fue consignado en tapa por Clarín, La Nación y El Cronista Comercial. Clarín indicó la presencia de “300 vecinos” en Scalabrini Ortiz y Santa Fe, y de “500 personas” en Plaza de Mayo que protestaron por las restricciones a la compra de dólares, la inseguridad, la corrupción y el “impuestazo” decretado por el gobernador de Buenos Aires Daniel Scioli.
El diario de los Saguier señaló que la convocatoria fue “explicitada” a través de las redes sociales pero no arriesgó ninguna cifra de concurrentes.
Los “cacerolazos” del jueves 7 de junio, con epicentro en Plaza de Mayo, ocuparon los espacios fotográficos centrales de Clarín y La Nación. Ambos apuntaron la presencia de “unas seis mil personas” y agregaron que a los difusos reclamos, se sumaron distintos pedidos por la tragedia de Once y cuestionamientos al vicepresidente Amado Boudou. Ámbito sostuvo que protestaron entre 4 y 6 mil personas. Página/12 no difundió cifras pero agregó que hubo demandas contra “6,7,8 y Pakapaka”.
Los matutinos destacaron que la protesta de la semana siguiente también se organizó desde las redes sociales pero con una convocatoria “menor”. El Cronista, en soledad, señaló que “no había más de 400 personas” en Plaza de Mayo. Nuevamente hubo dispersión al anotar los temas de protesta.
Clarín, La Nación y El Cronista publicaron en sus ediciones del 4 de septiembre que volvieron los “cacerolazos” en los barrios porteños de Belgrano, Barrio Norte, Palermo, Nuñez, Almagro y del microcentro luego de una discurso de la presidenta Cristina Fernández por cadena nacional. Sólo Clarín arriesgó la presencia de “más de cien personas” en la esquina de Santa Fe y Callao.
Con respecto a las “masivas” marchas del 13 septiembre, Clarín, El Cronista y Página/12 coincidieron en destacar la presencia de “miles de personas” sin brindar números precisos. Para La Nación fue “la mayor expresión de rechazo al kirchnerismo desde la crisis del campo, en 2008” y hubo “200.000 personas, según la Policía Metropolitana” aunque “expertos” consultados por el diario calcularon “entre unos 50.000 y 60.000” manifestantes. Ámbito se diferenció del resto y apeló a tres fuentes: afirmó que hubo “100.000” manifestantes, pese a que en las redes sociales se hablaba de “200.000” y en la Policía especificó, de “60.000”. Entre los motivos de protesta volvieron a emerger la inseguridad y las “restricciones” al dólar, que fueron complementadas con el rechazo a la supuesta “re-re” y al reiterado uso de la cadena nacional.